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¿Y si te tratas mejor? Aprende cómo la autocompasión puede transformar tu vida

Foto del escritor: Katherine ChacanaKatherine Chacana

¡Hola!

Hace tiempo que no me sentaba a escribir, y la verdad, regresar a este espacio me hace mucha ilusión. Hoy quiero hablarte de un valor que, en mi consulta, se ha vuelto fundamental, tanto para mis consultantes como para mí. Es un valor que nos ha permitido generar espacios de reflexión profunda y momentos muy bonitos de aceptación y crecimiento. Estoy hablando de la compasión y, en particular, de la autocompasión.


A veces, estas palabras pueden sonar un poco lejanas o idealizadas. Pero, en realidad, la compasión es una fuerza poderosa que todos podemos aprender a cultivar, y su hermana cercana, la autocompasión, puede transformar la relación que tenemos con nosotros mismos de una manera muy profunda. Ambas son herramientas clave en el camino del autoconocimiento y la sanación emocional, y pueden ser esa mano amiga que tanto necesitamos en los momentos difíciles. Entonces, ¿qué significa realmente practicar la autocompasión, y por qué puede ayudarnos a enfrentar mejor las dificultades de la vida?



¿Qué es la compasión?


La compasión es el acto de empatizar profundamente con el sufrimiento de otros, acompañado de un deseo genuino de aliviar ese dolor. Es sentir que compartimos una humanidad común, reconociendo que el dolor es algo que todos enfrentamos en algún momento.


Desde tiempos antiguos, muchas filosofías y prácticas espirituales han valorado el cultivo de la compasión, considerándola una fuerza poderosa que permite conectarnos más profundamente con los demás y con nosotros mismos.


En la psicología y la neurociencia es relativamente reciente. Fue en 2003 cuando la investigadora Kristin Neff introdujo los primeros estudios sobre la autocompasión, inaugurando una nueva área de investigación que demostró los efectos de la compasión en la regulación emocional y en la salud mental. Desde entonces, múltiples investigaciones han explorado cómo la compasión nos ayuda a aliviar el sufrimiento propio y ajeno, desarrollando una perspectiva más amplia sobre nuestras experiencias y una mayor capacidad de afrontamiento ante las dificultades de la vida.


Aunque a veces pueda sonar como un concepto lejano o idealizado, la compasión es algo que todos podemos aprender a cultivar. No es solo un sentimiento, sino una práctica activa que involucra entender, aceptar y aliviar el sufrimiento, tanto en nosotros mismos como en los demás.


La autocompasión


La autocompasión es el arte de aprender a tratarnos con la misma bondad y comprensión que ofreceríamos a alguien querido. Nos invita a romper con la autocrítica y a familiarizarnos con nuestras emociones, aceptando nuestras debilidades y errores sin juzgarnos con dureza. A través de la autocompasión, podemos empezar a establecer una relación más sana con nosotros mismos, reconociendo que, como humanos, también merecemos apoyo y cuidado en los momentos difíciles.


En nuestra cultura, solemos enfatizar la importancia de ser amables y compasivos con los demás cuando atraviesan momentos difíciles, pero no siempre extendemos esa misma amabilidad hacia nosotros mismos. Es común que, cuando las dificultades tocan nuestra puerta, surja una voz crítica interna que se muestra mucho menos compasiva y, a menudo, incluso cruel. Nos tratamos de una forma que no permitiríamos para nuestros amigos o seres queridos, cayendo en el auto-boicot y reforzando un ciclo de autocrítica y juicio. En estos momentos, es donde la autocompasión se vuelve una práctica transformadora.


Los tres elementos de la autocompasión: Bondad amorosa, humanidad compartida y mindfulness


  1. Bondad amorosa: Este es el corazón de la autocompasión. Consiste en tratarnos con afecto, comprensión y cuidado. En lugar de criticarnos o castigarnos, la bondad amorosa nos invita a hablar con suavidad y a darnos permiso para sentir y aprender.


  2. Humanidad compartida: La autocompasión nos recuerda que no estamos solos en nuestras dificultades. Todos los seres humanos enfrentan sufrimiento en diferentes formas. Reconocer esta humanidad compartida nos ayuda a ver nuestros errores y fracasos desde una perspectiva más amplia, reduciendo el aislamiento y la vergüenza.


  3. Mindfulness: El mindfulness es la habilidad de observar nuestras emociones y pensamientos sin juzgarlos. Nos permite estar presentes en el momento, sintiendo el dolor o el desafío sin exagerarlos ni ignorarlos. Al desarrollar esta conciencia, podemos ser más compasivos con nosotros mismos en medio de la tormenta emocional.


Beneficios de la autocompasión


Practicar la autocompasión tiene numerosos beneficios que pueden mejorar nuestra vida cotidiana y nuestra relación con nosotros mismos:


  • Mejora la regulación emocional: La autocompasión nos ayuda a reducir la intensidad de las emociones negativas, promoviendo una mayor estabilidad emocional.

  • Disminuye la autocrítica: Al practicar la autocompasión, aprendemos a tratar nuestros errores con comprensión, reduciendo el impacto de la voz crítica interior.

  • Fomenta el bienestar y la satisfacción: Las personas compasivas consigo mismas tienden a experimentar mayores niveles de bienestar y satisfacción con la vida.

  • Aumenta la resiliencia: La autocompasión nos permite recuperarnos mejor de las dificultades, al ver los retos como oportunidades de crecimiento en lugar de fracasos.

  • Reduce la ansiedad y el estrés: La autocompasión nos permite enfrentar situaciones difíciles sin cargar con el peso del juicio, disminuyendo el estrés y la ansiedad asociados.

  • Fortalece nuestras relaciones: Al tratarnos con compasión, también podemos extender esa actitud hacia los demás, mejorando la empatía y comprensión en nuestras relaciones.


Un ejercicio práctico de autocompasión


Si en algún momento te encuentras atrapado en pensamientos de autocrítica, intenta realizar el siguiente ejercicio:


  1. Pausa y Respira: Tómate unos segundos para detenerte y respirar profundamente, centrándote en el aire que entra y sale de tus pulmones. Esto te ayudará a calmar tu sistema nervioso y crear un espacio de reflexión.


  2. Imagina que un amigo te cuenta sus dificultades: Pregúntate cómo responderías si un amigo te dijera exactamente lo mismo que tú estás viviendo. ¿Le ofrecerías palabras de consuelo o apoyo? ¿Tratarías de ser comprensivo y motivarlo a no rendirse?


  3. Dirige esas palabras hacia ti mismo: Ahora, toma esas mismas palabras de amabilidad y dirígelas a ti. Di en voz baja (o en tu mente) frases como: "Estoy pasando por un momento difícil, y eso es humano", o "Aunque me equivoqué, merezco una segunda oportunidad". Este simple acto de hablarte con compasión puede ayudarte a disminuir el dolor emocional y a reconectar contigo desde la amabilidad.


Este ejercicio, aunque breve, puede marcar una gran diferencia en tu relación contigo mismo. Con el tiempo y la práctica, notarás que esta voz compasiva se vuelve más accesible y te ayuda a enfrentar los momentos difíciles desde un lugar de comprensión y resiliencia.




Si llegaste hasta aquí, te doy las gracias por leerme. Recuerda que si sientes que tu voz interna ha estado siendo especialmente crítica últimamente, no tienes que enfrentarlo solo. A veces, pedir ayuda es el primer paso hacia la autocompasión y la sanación. No dudes en contactarme si necesitas apoyo en este proceso. ¡Aquí estoy para acompañarte!


Un abrazo grande

Katherine



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